lunes, 28 de mayo de 2007

Laguna de Valdepolo (León)

Ayer por la mañana me di una vuelta por la laguna de Valdepolo (León) que está situada en un páramo, lo que hace que en días como el de ayer sea un sitio bastante frío.
Para llegar hay que subir por un camino “de la parcelaria”. En una de las vueltas me fijo, y descubro un nido en la horquilla de un chopo. Paro el coche, planto el teles y veo dos pollos a medio criar que pueden ser de ratonero o de milano negro, aunque me inclino más por el primero, porque el nido no está lleno de plásticos como es costumbre en los Milvus. Como el nido queda a un nivel más bajo que el camino, tengo una visión perfecta de sus ocupantes. Espero que los paisanos sean cívicos, porque el nido en cuestión es muy visible y pilla bastante cerca del pueblo. Tras sacar algunas fotos para ver si en casa consigo identificar la especie, me marcho con viento fresco –literalmente- para no molestarlos, aunque los pollos están de lo más tranquilo y no han dado muestras de inquietud.
Sigo por el páramo, disfrutando de los vuelos y los cantos de toda la colección de aláudidos: cogujadas, calandrias, alondras y terreras. También se ven volar los aguiluchos laguneros, hostigados por las avefrías, y se escucha el reclamo de la codorniz.
La laguna en cuestión tras estos días de aguaceros está a tope de agua. Al aproximarme, dos magníficas espátulas salen volando de la charca. Una visión no demasiado frecuente, que me llena de alegría.
Las Fochas nadan con sus crías, que a estas alturas son bolas de plumón negro con la cabeza roja, manteniendo los ojos bien abiertos para no ser el almuerzo de alguno de los laguneros, o incluso de los milanos negros que crían en un bosquete cercano. Allí se asienta también una pareja de Ratoneros, que son el blanco de las iras de todos sus vecinos, a saber las Avefrías, los Cernícalos y una pareja de Cuervos. No sé que tienen los pobres Ratoneros que todos los pecholobos del campo les atosigan.
A lo lejos adivino una silueta en lo alto de un chaparro. Dirijo el telescopio en su dirección, pensando que quizá sea el halcón que suelo ver cuando voy a esa laguna. Y efectivamente, es un Falco, pero no peregrinus, sino ¡vespertinus! , o sea un Cernícalo Patirrojo. Es la primera vez que veo uno, y casi me caigo de culo, pero conservo la calma y la estabilidad, y le saco una ráfaga de fotos-testimonio por si acaso no me deja arrimarme más. El pájaro está a casi 1 km, así que me voy acercando cargado con el telescopio y demás aparataje, y casi rezando al diosecillo de los halcones (ahora que caigo, debe de ser Horus) para que el cerni aguante y no se me escape. No sé como haréis los demás, pero en estos casos yo camino un poco de medio lado, dando un rodeo y mirando al tendido, con vistazos de reojo para ver como reacciona el sujeto. Una manera un tanto ridícula de andar, menos mal que suelo estar solo porque si no cualquier observador diría: este tío está pedo ya de buena mañana.



Al llegar más cerca, compruebo que hay al menos dos Cernícalos Patirrojos, que parecen hembras o juveniles, y que se ciernen igual que los cernícalos vulgares. También me doy cuenta con agrado de que son bastante confiados, lo que me permite sacarles unas cuantas fotillos de las cuales os mando una muestra. En un momento dado observo volando juntos los dos Patirrojos, un Cernícalo Vulgar y un alcotán, aunque ahora tengo dudas porque cuando llegué a casa consulté el libro de rapaces de Forsman, y vi que los juveniles de los Patirrojos son muy parecidos a los F. subbuteo.

Vicente Zumel García