domingo, 31 de mayo de 2009

MONFRAGÜE 2009

Hasta que, de pronto, el sol surgió en el horizonte, y el cielo se tornó azul esmaltado, como el ojo de un arrendajo”
Mi familia y otros animales (Gerald Durrell)

MONFRAGÜE 2009
Esta es la crónica de un viaje de tres días, el destino Monfragüe; y es una crónica compartida para dos asociaciones de distintas ciudades. Una es SEO/Burgos impulsora del viaje y otra es el Elefante Rocoso, una asociación que fundamos en Madrid a principios de 2001. Lo primero que me viene a la cabeza cuando recuerdo esos tres días es la química que ha habido entre la gente de Burgos y la de Madrid. Estaba seguro que sería así pero comprobarlo allí in situ, en uno de los paraísos de la geografía ibérica ha sido una gozada.



El primero de Mayo por la mañana partimos de Burgos doce personas en tres coches. Nuestro coordinador Vicente salía con Paz, su mujer, desde su pueblo de León. De Madrid salieron otras siete. En total veintiún almas. La mayoría con el objetivo de disfrutar mucho de las aves. Una pequeña parte de la gente a pasarlo bien sin esa pasión por los pájaros. Ver a las protagonistas por los telescopios, disfrutar de la exuberante primavera extremeña, nos unió definitivamente.
El tema principal de estos tres días fueron los seres alados. Nadie se cansó de mirar a la cigüeña negra, al búho real, al buitre negro,…, en eso ganamos todos los que apostamos por la conservación del medio natural.


Tras un largo recorrido de casi quinientos kilómetros llegamos a Torrejón el Rubio, una localidad próxima al límite del parque nacional. Allí se encuentra el albergue La Dehesa, nuestro campo base para esos días. En la plaza del pueblo nos encontramos con el resto del grupo. Desde Madrid la distancia es la mitad y llegaron bastante antes. Nos acercamos un momento al albergue a dejar el equipaje y teníamos que ir a comer que ya eran las dos y media de la tarde.



Así que subimos de nuevo a los vehículos y nos acercamos por primera vez a Monfragüe. Como hacía sol y una temperatura muy agradable comimos al aire libre: para este primer momento en el que íbamos a estar todos juntos, elegí un área con mesas que está junto a la Fuente del Francés, donde un gran puente sirve para cruzar por la carretera el río Tajo. Debajo del puente construyen sus nidos aviones, vencejos y golondrinas. Con respecto a la fuente, comentar que se llama así en honor a un joven francés que hace ya más de veinte años dejó su vida en el río por intentar salvar un buitre que flotaba en el agua. Descanse en paz.
Todos estábamos contentos, por fin estábamos allí y teníamos todo el fin de semana por delante. Después de un ratito de sobremesa comenzamos el itinerario ornitológico. Al acercarnos hacia los coches pudimos comenzar con una pareja de vencejos reales volando entre la multitud de aviones y parientes.


El primer sitio donde nos detuvimos es quizás el más conocido de los distintos miradores que podemos encontrar en el parque: el Salto del Gitano y Peña Falcón. Es el peor punto para aparcar porque se congrega bastante gente. La mayoría se detienen diez minutos y se van. Nosotros estuvimos allí una hora y media. Fue nuestro primer encuentro en serio con las aves, ya más relajados después del largo viaje; se notó que había muchos ojos y oídos pendientes de ellas. Lo más conocido de este lugar es el nido de cigüeña negra que se encuentra en Peña Falcón, una enorme mole cuarcítica de unos cuatrocientos metros de altura.
Enseguida la encontramos echada incubando. Desde luego se nota que este invierno ha sido frío porque lo normal es que los pollos hubiesen nacido ya por estas fechas. La cigüeña fue sólo el principio. Este lugar es sobrevolado continuamente por gran cantidad de animales. Vimos al escribano montesino iluminado por el sol ¡qué bonito!, al roquero solitario con su color negro azulado; golondrinas daúricas, aviones comunes y roqueros llenaban de movimiento todo nuestro alrededor.



Roquero solitario
A una altitud mayor se dejaron ver el águila culebrera, la calzada, milanos real y negro, el alimoche,…, sin olvidarnos de los omnipresentes buitres leonados que crían también en la peña. Cuando ya pensábamos en desplazarnos a otro observatorio apareció el que le da nombre a la gran roca: el halcón peregrino realizó un vuelo acrobático alrededor de todos los presentes con picados incluidos. Estuvo medio minuto eterno con nosotros y fue como siempre impresionante observar como domina el aire, el ave más veloz del planeta.


Tras tomar café en Villarreal de San Carlos, una pequeña pedanía que se halla en el corazón de Monfragüe y única población dentro del parque, nos fuimos hacia la Portilla del Tiétar. Este es el mejor sitio para reunirse cuando el sol va acercándose al horizonte, es el lugar del atardecer. ¿Por qué?
-Porque en este cortado de granito y cuarcita anida uno de los habitantes de la noche: el siempre misterioso búho real. No sé porque será pero llevo años yendo a Monfragüe y puedo asegurar que es el bicho que acapara más la atención. Todo el mundo entienda más o menos de ornitología, se queda fascinado observándole. A mí me gusta pensar que en su mirada transmite un magnetismo que le hace único. Y, claro, luego está lo de los jóvenes. Normalmente tienen dos pollos y ésos ya cautivan al personal. Contemplar esos movimientos de cabeza, ese parpadear con cada ojo alternativamente, ese mirarse entre los hermanos e imitarse los gestos,…





Buho real
Allí permanecimos otra hora y media, llegamos a divisar ciervos en la parte alta de la peña. ¡Ah! Se me olvidaba, poco antes de llegar a la Portilla algunos compañeros localizaron en vuelo una de las joyas de nuestra fauna: el águila imperial. Luego la podríamos ver todos los demás.
Comentar también que esto sucedió caminando, ya que los automóviles se quedaron enfrente de un pequeño cortado donde incubaba otra cigüeña negra, unos siete metros por encima del Tiétar, muy cerca del agua. Y también en la parte baja de la portilla una tercera, ésta última en su estreno en esta gran roca madre. ¡Tremendo, tres nidos ocupados de cigüeña negra! ¡Con lo esquiva y solitaria que es!


Cigüeña negra



Ya con poca luz, sobre las nueve y media de la noche, subimos a los coches y nos volvimos al pueblo. Cena y albergue que el de hoy fue un día largo. Antes de acostarnos algunos nos quedamos en la terraza-azotea que teníamos en una de las habitaciones y la lechuza común nos sobrevoló varias veces. Iba al nido de una cigüeña blanca que había en el tejado del albergue. El motivo exacto lo desconozco, supongo que buscaba algo en la base del nido.


El Sábado amaneció despejado y nos acercamos a desayunar al Centro Social de Torrejón el Rubio. Como la noche anterior tuvimos una experiencia no muy buena con la señora del restaurante (lo más grave fue no dejarnos sentarnos a todos juntos sin un motivo justificado) donde cenamos, le comenté a Mari Mar (la que regenta el centro) si esa noche podríamos cenar allí y me dijo que no había problema. Fue todo un acierto como comentaré después.


Alcaudón real

Para ese día tenía previsto soltar un poco las piernas y caminar. Y así lo hicimos. Tras el desayuno nos fuimos para Villarreal. De allí sale la ruta a Cerro Gimio, una subida donde podemos disfrutar de distintos entornos: ecosistema de ribera en el arroyo Malvecino, monte mediterráneo con encinas, quejigos, alcornoques, melojos y jaras, retamas, brezos, plantas aromáticas como los cantuesos, romeros, tomillos,…, y luego al llegar arriba una de las más conocidas panorámicas de Monfragüe con el río Tajo a nuestros pies. Durante el itinerario pudimos disfrutar del vuelo de los abejarucos, de sus colores cuando están posados en los cables; de multitud de cantos entre los que destacan los trigueros, currucas, carboneros,…


Alcaudón común

El día era soleado, corría una ligera brisa muy agradable porque a medida que avanzaba la mañana el calor era notable. Y, al llegar arriba,…¡premio! Desde Cerro Gimio además de la vista que os comentaba y que podéis ver en la imagen, se puede apreciar un nido de buitre negro. La última vez que vi a la pareja en el nido fue en el año 2002. Además en esa ocasión estaban allí pero no tenían crías. El siguiente año y sucesivos el nido estuvo abandonado. En el 2006 pude observar al atardecer un adulto posado pero no había pollos. Este año y como regalo para el multitudinario grupo que asistimos, han vuelto a ocupar esa atalaya en la copa de un gran alcornoque. Convenimos que sería otra pareja, probablemente jóvenes en sus primeras temporadas como reproductores.
Para mí esta ha sido la mejor noticia del viaje a nivel ornitológico, recuperar la posibilidad de ver al buitre negro en esos enormes nidos que construyen. Estos últimos años sin poder observarles criando, sentía un vacío con respecto a ese majestuoso y beneficioso animal.


Buitre negro

El Cerro Gimio es de esos lugares que invitan a quedarse un buen rato. Baño de sol, de luz. Estuvimos arriba cerca de una hora y pudimos recrearnos con el vuelo de milanos y buitres por debajo de nosotros. ¡Que bien se aprecian las aves cuando se ven desde arriba, contrastadas con los colores del paisaje debajo de ellas, sobre el verde de los árboles, sobre las aguas del río,…; en fin, un sitio privilegiado para disfrutar de sus planeos y acrobacias.
Comenzamos el descenso, yo me quedé con los últimos. Al poco tiempo vimos a Javier, Mario, Nacho y Fanny que nos esperaban. Nos explican que algunos del grupo han visto al águila perdicera unos minutos antes. Y unos pasos después Javier comenta –“¿Qué vuela allí?” Desde luego a simple vista parece un águila grande. Miramos por el prismático y ¡ahí está! Otra de las grandes ilusiones a nivel ornítico: observar el volar de este emblemático y cada vez más escaso (por desgracia) animal.



Esta vez comimos regresando del cerro, en el arroyo Malvecino, cerca de Villarreal. Es un rincón cómodo y fresco, donde fundamentalmente alisos y fresnos nos regalan buenas sombras. Tras el picnic café y visita al centro de interpretación. Aquí ponen un vídeo bastante logrado y explicativo sobre la importancia de Monfragüe.



Para la tarde tenía prevista la subida al castillo pero quería esperar a que bajase un poco el sol. Al ascender por la umbría se pueden apreciar entre los quejigos una gran variedad de plantas arbustivas. Es como una pequeña selva. Cuando llegas a la torre del Castillo de Monfragüe, el punto más alto del parque, entiendes perfectamente donde estás, en un valioso enclave surcado por dos grandes ríos y rodeado de interminables dehesas que sirven de cinturón para proteger todavía más el monte mediterráneo y la variedad de vida que atesora.
Además es un lugar de paso continuo de grandes y pequeños pájaros, digamos que como cualquier castillo está muy bien situado y las corrientes de aire favorecen el paso de los animales por aquí. La mayoría se dirigen hacia Peña Falcón y el Salto del Gitano. Los buitres comunes pasan muy cerca y, si nos fijamos, de vez en cuando entre ellos podemos ver algún buitre negro, alimoches, águilas,…
Sólo hay que sentarse y disfrutar.
De repente Vicente comenta que ha divisado a la imperial. Cunde el nerviosismo. Nos indica donde está. La buscamos con los telescopios. Está lejos pero quieta. La verdad es que tiene mérito haberla localizado a esa distancia. Aunque a algunos nos altera más que a otros, en general el grupo se activa, después de observarla nos hacemos unas fotos allí arriba, nos reímos todos juntos con algún que otro comentario jocoso. Siempre que subimos al castillo nos sentimos genial. Siempre nos da pena tener que bajar. Es un lugar con mucho magnetismo.
Bajamos con cuidado por el sendero, queda muy poca luz. Ha sido nuestra segunda jornada de observación y ha estado plena de satisfacciones.



Nos volvemos al pueblo, pasamos por el albergue, me entero que Mario se ha hecho un esguince al bajar del castillo por las escaleras; se dirigían hacia el coche de Javier, el único que subió por la solana porque Eva, su chica, está embarazada de casi siete meses. Fue un placer para todos compartir el viaje con ambos. Me acerco a Mario, le pregunto y me tranquiliza, le han vendado el tobillo y parece estar bien. Un tipo duro, este Mario.


Avión común

Nos vamos a cenar y llega el momento cumbre en cuanto al buen ambiente en el grupo: hoy el personal ya no se preocupa de quien se va a sentar al lado. Estamos todos mezclados, es una mesa larga y aprecio diferentes conversaciones, risas. Definitivamente estas dos jornadas compartiendo naturaleza y pájaros nos han acercado bastante. Bonita forma de que suceda. Postres, café; Mari Mar (la del centro social) me comenta que nos van a invitar a unos chupitos. Le pido licor de bellota que es lo típico de allí. Hace ya un rato han comenzado a poner música movidita y la gente se empieza a animar. Algunas burgalesas se levantan y comienzan a bailar: Eva, Paz, Cris y Noelia. Hay allí dos autóctonos un poco bebidos y nos reímos a carcajadas viendo como bailan y les vacilan un rato. Richar se une al grupo.
Hay gente que se va a descansar, otros se quedan bailando y yo decido salir fuera a tomar un poco el aire. Me acompaña mi amiga Ana y nos sentamos en un banco que se encuentra en la puerta del centro, observando la plaza tranquila y un cielo plagado de estrellas. La temperatura es perfecta. Ha sido la primera noche primaveral que he disfrutado este año.
Cuando volvemos a entrar el grupo se ha reducido pero nuestras amigas continúan moviéndose. Me agarran y me dicen que baile con ellas (ser el coordinador del viaje implica esos “riesgos”) y acabo la noche “moviendo el esqueleto”.



El despertar del Domingo suscita en mí una mezcla de bienestar y pena. Hoy tendremos que volver a casa. Tras desayunar muchos de los presentes comentan que se quedarían unos días más; hace una temperatura ideal, son las diez y media de la mañana y ya estamos en manga corta. Para hoy se prevén las máximas más altas de los tres días y así lo pudimos verificar.


Aguila imperial


Alimoche

El grupo comienza a disgregarse: todos los compañeros de Burgos deciden ir regresando tranquilamente. Fanny, Nacho, Cris y Noelia (mis acompañantes en el coche) no tienen prisa de momento y nos quedamos con los compañeros de Madrid a disfrutar de la mañana.



Como tienen cerrada la compuerta del embalse de Torrejón-Tiétar, el río continúa con poco caudal a partir de aquí y se me ocurre aprovechar para transitar por un lugar muchas veces observado: el puente del Cardenal. La mayoría de las ocasiones está cubierto por el agua, otras aparece difuminado en la superficie.
Es un puente del año 1450 que mandó construir el obispo de Cáceres para comunicar las poblaciones de Plasencia y Trujillo. Antiguamente pasaba por aquí mucha gente y tenían que pagar un canon por hacer uso del puente. Muchos eran pastores trashumantes que se congregaban al poco de pasarlo para hacer noche. Por eso se creó el asentamiento de Villarreal de San Carlos, el obispo dotó al lugar de unas cabañas para hacerlo más cómodo y, al pernoctar ahí agrupados, hacían más difícil el asalto de los bandoleros que existían por la zona.


Chova piquirroja

Ya estaba bien entrada la mañana y apreciamos como calienta el astro rey. Nos acercamos tras cruzar el puente a la casa de los peones camineros. Hoy en día no se utiliza y su interior sirve de cobijo y lugar de anidamiento para aviones roqueros y comunes, golondrinas y vencejos. Aquí lo más destacado fue deleitarnos de nuevo con el vuelo de la pareja de vencejos reales; recuerdo cuando los vi por primera vez en San Felices del Rudrón junto con el compañero Roberto Milara camino de Santander, el día en que SEO/Burgos fue aprobado como grupo local. Como antes escribía, el primer día tras la comida Vicente nos señaló una pareja que volaba entre la multitud. Pero en este último momento disfruté con ellos todavía más, puede que tengan su nido en la casa de los peones camineros.



Nos fuimos para el pueblo a tomar el aperitivo, antes de despedirnos, y aprovechamos para hacer el recuento de especies. El viaje, aunque no lo quisiéramos, iba llegando a su fin.



Aún antes de dejar Monfragüe y ya camino de Burgos nos detenemos en la Portilla del Tiétar un ratito para comer algo y estar cerca de sus moradores. Los búhos no se veían porque estarían metidos en alguna oquedad a la sombra y nos despedimos de este mágico enclave con optimismo, contemplando por el ocular esa “nueva” cigüeña negra incubando. Igual que el año pasado: me despedí del lugar antes de continuar hacia casa estando a solas un buen rato con otra de su especie, la que comentaba antes que anida cerca del agua, situada en un cortado ochocientos metros antes de llegar a la Portilla. Bueno a solas no, multitud de seres alados compartían el espacio con ella y conmigo.



El viaje a Monfragüe en esta primavera ha sido muy especial. Gracias a todas y todos los que habéis venido. Me he sentido muy bien y me alegro de haberlo coordinado y de recibir vuestras muestras de satisfacción por los tres días vividos allí.
El año que viene volveré a citarme con Monfragüe como todas las primaveras desde hace…

ESPECIES DETECTADAS
-Somormujo lavanco
-Cormorán grande
-Cigüeña blanca
-Cigüeña negra
-Milano real
-Milano negro
-Alimoche
-Buitre leonado
-Buitre negro
-Águila culebrera
-A. imperial
-A. calzada
-A. Perdicera
-Cernícalo común
-Halcón peregrino
-Perdiz roja
-Focha común
-Andarríos chico
-Paloma torcaz
-Cuco
-Lechuza común
-Búho real
-Vencejo real
-Vencejo común
-Abejaruco
-Abubilla
-Alondra común
-Cogujada
-Golondrina común
-Golondrina daúrica
-Avión común
-Avión roquero
-Lavandera blanca
-Chochín
-Petirrojo
-Ruiseñor común
-Ruiseñor bastardo
-Colirrojo tizón
-Collalba rubia
-Roquero solitario
-Mirlo común
-Curruca cabecinegra
-C. carrasqueña
-C. capirotada
-Mito
-Herrerillo
-Carbonero común
-Carbonero garrapinos
-Alcaudón común
-Alcaudón real
-Oropéndola
-Arrendajo
-Rabilargo
-Urraca
-Cuervo
-Chova piquirroja
-Estornino negro
-Gorrión común
-Gorrión chillón
-Pinzón común
-Verdecillo
-Jilguero
-Pardillo
-Picogordo
-Triguero
-Escribano soteño
-E. montesino
Texto: Miguel Angel Granado
Fotografias: Varios autores